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España declara la guerra a las toallitas húmedas por su impacto ambiental

Miércoles, 4 junio 2025
Tiempo de lectura: 4 min
El Gobierno de España ha tomado una decisión firme para abordar el creciente problema ambiental y económico derivado del mal uso de las toallitas húmedas. Aunque estos productos son ampliamente utilizados en la higiene personal, infantil y doméstica, su eliminación inadecuada, especialmente cuando se tiran por el inodoro, los convierte en una grave amenaza para las infraestructuras de saneamiento y para el entorno natural.
Imagen: Freepik.es

El Gobierno de España ha tomado una decisión firme para abordar el creciente problema ambiental y económico derivado del mal uso de las toallitas húmedas. Aunque estos productos son ampliamente utilizados en la higiene personal, infantil y doméstica, su eliminación inadecuada, especialmente cuando se tiran por el inodoro, los convierte en una grave amenaza para las infraestructuras de saneamiento y para el entorno natural.

¿Por qué no se deben tirar las toallitas húmedas por el inodoro?

A pesar de que muchas marcas anuncian sus toallitas como “biodegradables” o “desechables”, lo cierto es que la mayoría de ellas están compuestas por fibras sintéticas que no se desintegran fácilmente al entrar en contacto con el agua. Al contrario, estas fibras mantienen su estructura y se acumulan junto con otros residuos en las redes de alcantarillado, formando enormes tapones que dificultan la circulación del agua.

Este tipo de residuos llegan a las estaciones de bombeo y tratamiento de aguas residuales, provocando constantes averías, atascos y paradas en el sistema. Además, durante episodios de fuertes lluvias o fallos en los sistemas, muchas de estas toallitas son arrastradas hasta ríos, mares o playas, donde se degradan lentamente en microplásticos, afectando a la fauna marina y contaminando los ecosistemas acuáticos.

Esta problemática se suma a otros avances recientes en la legislación ambiental española, como la prohibición de los microplásticos en cosméticos y productos de cuidado personal, una medida que entró en vigor en enero de 2024. Al igual que en ese caso, el objetivo es frenar la acumulación de partículas plásticas invisibles pero altamente contaminantes en nuestros ecosistemas acuáticos.

Un problema que obstruye infraestructuras y vacía bolsillos

Los datos son alarmantes. Según la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), el coste anual que representa la limpieza y reparación de infraestructuras dañadas por toallitas húmedas se estima en alrededor de 230 millones de euros.

Solo en Sevilla, la empresa municipal EMASESA ha informado que cada año se gastan aproximadamente 5 millones de euros en la retirada de toneladas de toallitas húmedas que llegan desde los hogares sevillanos a las estaciones de bombeo y a los cauces urbanos. Estas intervenciones frecuentes no solo suponen un gasto económico considerable, sino que también conllevan interrupciones en los servicios, olores desagradables, problemas de salubridad pública y un aumento del riesgo de inundaciones urbanas.

Un impacto ambiental de largo alcance

El problema no se limita a los desagües y las estaciones de tratamiento. Muchas toallitas húmedas que escapan del sistema de saneamiento acaban flotando en ríos, lagos y mares. En estos entornos, su descomposición es lenta y fragmentaria, convirtiéndose en pequeñas partículas de plástico —los conocidos microplásticos— que contaminan el agua y entran en la cadena alimentaria.

Organizaciones como Greenpeace advierten que una sola toallita húmeda puede tardar más de 100 años en degradarse completamente, y que actualmente cerca de 700 especies marinas se ven afectadas por la ingesta o el enredo con residuos plásticos como las toallitas. En Córdoba, por ejemplo, se ha documentado la aparición de una auténtica “isla de toallitas” en pleno cauce del río Guadalquivir, donde toneladas de estos productos se han acumulado junto a lodos y otros desechos urbanos.

Las nuevas medidas del Gobierno español

Ante este panorama, el Gobierno ha anunciado un paquete de medidas contundentes para frenar esta forma de contaminación. Estas se centran en la llamada responsabilidad ampliada del productor, es decir, se obligará a los fabricantes de toallitas húmedas a hacerse cargo de los costes generados por la limpieza, el mantenimiento y la reparación de las infraestructuras públicas afectadas por el mal uso de sus productos.

Además, las empresas deberán financiar campañas de concienciación para informar a los consumidores sobre la forma correcta de desechar estos productos, dejando claro que nunca deben tirarse por el inodoro, sino depositarse en la papelera.

También se incluye en el plan la prohibición de la liberación intencionada de globos en actos festivos y eventos públicos, otra práctica que ha demostrado tener un alto impacto en la contaminación marina, al ser los globos uno de los objetos más encontrados en playas europeas según estudios de la Agencia Europea de Medio Ambiente.

Concienciación ciudadana: clave del cambio

El cambio normativo debe ir acompañado de un cambio cultural. Por eso, campañas como la de “Juega limpio: Encesta las toallitas en la papelera”, lanzada por el Canal de Isabel II en Madrid, juegan un papel esencial. Estas iniciativas buscan sensibilizar a la ciudadanía, especialmente a las familias, sobre el impacto real de sus hábitos cotidianos.

Muchas personas aún creen erróneamente que, por su pequeño tamaño o por llevar etiquetas como “flushable” (desechables por el inodoro), las toallitas no causan daño. Nada más lejos de la realidad. Solo una actitud responsable en el hogar, consistente en depositar las toallitas húmedas y productos similares en la basura y no en el váter, puede marcar la diferencia.

Hacia un modelo de consumo más responsable y sostenible

La decisión del Gobierno español de actuar con contundencia frente al problema de las toallitas húmedas es un paso firme en la protección del medio ambiente y en la mejora de la sostenibilidad de nuestras ciudades. Pero no basta con sancionar o regular: es imprescindible promover una cultura de consumo consciente y responsable.

Optar por alternativas reutilizables, como paños de tela, reducir el uso de productos desechables y, sobre todo, gestionar correctamente los residuos que generamos en casa son acciones al alcance de todos y todas.

Este enfoque integral —que une regulación, educación y responsabilidad compartida— representa un ejemplo de cómo se pueden abordar problemas ambientales complejos mediante el compromiso colectivo.